Vorspiel.
Por pura chiripa he encontrado el Blasmusikblog, que Alexandra Link edita desde 2015. Está dedicado a las bandas y a su música y contiene informaciones realmente prácticas para la actividad musical. Alexandra es también fundadora de la empresa Innovative Blasmusik Konzepte y organizadora del Internationalen Blasmusik Kongress. Le estoy muy agradecido por el ofrecimiento de algunos de sus contenidos, de los que he sacado buen provecho.
Ah ! Blasmusik se traduce por música para instrumentos de viento o música para bandas.
A lo que vamos.
Entre la A de Torstein Aagaard-Nilsen (Oslo, 1964-) y la Z de Karl Michael Ziehrer (Viena, 1843-1922) han desfilado por los atriles del Certamen de Bandas de Valencia, entre 2000 y 2023, hasta 296 compositores diferentes. Si dejamos aparte a los autores que sólo han aportado piezas de “música festera”, que sirven a las bandas de calentamiento, la lista de autores se reduce a 189 nombres.
Como en entradas anteriores, considero las ediciones del Certamen Internacional de Valencia como un muestrario de la actividad de las bandas, así que mis observaciones se refieren más a las participantes que a la organización del propio Certamen. A título orientativo: el próximo mes de julio, la edición anual del certamen, la 136 desde su instauración en 1886, convocará a 21 bandas y entre 1980 y 2200 músicos aficionados que interpretarán 42 obras libres y 4 obligadas. Pero esto va de los compositores de las obras desde 2000 a 2023.
El sorprendente caso de Ferrer Ferran.
Ferrer Ferran (Valencia, 1966-) es el compositor más interpretado en el concurso de Valencia desde el año 2000. Poca sorpresa, si se tiene en cuenta, en primer lugar, su apabullante catálogo, que supera el centenar de obras sólo para banda (aún descontando las piezas festeras) y en segundo lugar, que no sólo es un hiperactivo y multilaureado compositor local, sino que cuenta además con reconocimiento internacional.
Pasodobles aparte, de las 374 obras diferentes interpretadas en las ediciones de este siglo del CIBM.CV, 27 son composiciones de Ferrer. Todo un caso, teniendo en cuenta que cada compositor ha aportado por término medio sólo dos obras. De este autor, de industria prodigiosa, se ha interpretado en cuatro ocasiones su segunda sinfonía, titulada “La Passió de Crist” (2001) y en tres ocasiones la primera (2000) y las obras descriptivas Magallanes (2002) y Miticaventura (2002). Y conste que sólo en tres ediciones se ha seleccionado alguna de sus composiciones como obras obligadas.
En total, las 27 obras de Ferran se han interpretado en 45 ocaciones. No ha habido edición alguna del Certamen de Valencia entre 2000 y 2023 sin obras de Ferran. Y hay más: entre la fecha de composición de esas obras y su fecha de ejecución en el certamen han transcurrido sólo cuatro años, cuando en la última edición, por ejemplo, la antigüedad media de las obras interpretadas por las bandas fue superior a los ocho años.
Pero vayamos por partes.
Los 188 restantes.
Yo había afirmado que, atendiendo a la procedencia de los compositores, el Certamen Internacional de Valencia no ha sido tan internacional como ha pretendido. Pero me equivocaba: cuando se descuentan los autores de pasodobles, las cosas cambian. Hay 75 compositores nacionales (74 descontando a Ferrer) y 114 internacionales. Me sorprende que en este grupo haya hasta 30 autores estadounidenses y 10 británicos, mientras que los de países europeos son minoría: nueve compositores holandeses, ocho italianos y seis alemanes más cinco austríacos. Tres autores japoneses y uno chino aportan la cuota oriental.
Como era de esperar, las tres cuartas partes de los compositores españoles son originarios de la Comunidad Valenciana. A Ferrer Ferran le sigue Juan Gonzalo Gómez Deval (Benisanó, 1955-2024) con nueve obras incorporadas al repertorio del Certamen. Pepe Suñer (El Puig, 1964-) aporta ocho composiciones, seguido por Martínez Gallego (San Antonio de Requena, 1969-) y Luis Serrano Alarcón (Valencia, 1972) ambos con siete composiciones diferentes. De los 56 compositores valencianos, 16 nacieron en la década de los 60, la más representada en esta nómina de autores regionales.
Alfred Reed (Nueva York, 1921-2005) es el compositor estadounidense más interpretado en el Certamen de Valencia. Hasta en 23 ocasiones se han tocado 15 de sus obras, sobre todo sus Armenian Dances (de 1972 y 1977) y Praise Jerusalem (1988). En contraste, James Barnes (Hobart, 1949) el segundo estadounidense más frecuentado, sólo ha aportado cinco obras al Certamen. Su tercera sinfonía (1997) fue interpretada dos veces en la edición de 2003 y en cuatro ocasiones más entre 2009 y 2018. Inciso: es notable que esta obra doliente, llamada “trágica”, que compuso tras la muerte de su hija Natalie, se haya preferido a su Symphonic Overture (1991). Aunque el grado de dificultad de esta última es menor (5 frente al 6 de la sinfonía) su popularidad es grandísima: sus grabaciones se han reproducido casi un millón de veces en Youtube y tiene todo el carácter de un “morceau de concours”.
Dejando de lado las transcripciones de compositores americanos contemporáneos (Gershwin, Copland, Bernstein, Grofe) los autores estadounidenses actuales de música para banda (los Ticheli, Curnow, Maslanka, Reinecke, Whitacre y compañía) están mal que bien representados en el Certamen de Valencia por unas pocas obras que se han ido popularizando. Por ejemplo, de las más de 70 obras para banda de David Maslanka se han interpretado la pieza de inspiración religiosa “Give us the Day” (2005) y su segunda sinfonía, del año 2000. De Frank Ticheli se han tocado 4 obras de un catálogo que supera las 50 composiciones para banda. De la extraordinariamente prolífica Julie Giroux su cuarta sinfonía (“ Bookmarks from Japan”, 2013) ha aparecido como obra obligada en los atriles del Certamen. Por otra parte, las bandas participantes en el certamen aún no han incorporado al repertorio obras de compositores jóvenes. El extraordinario Concerto for Wind Ensemble de Kevin Day (Charleston, 1996-) es sólo una muestra de la amplia producción bandística de este veinteañero. Viet Cuong (West Hills, 1990-) que prepara su primera sinfonía por encargo de la Banda de la Fuerza Aérea de los USA, practica un eclecticismo que dota a sus obras de gran atractivo sonoro… El Institute for Composer Diversity lista ¡ 590 ! autores de música para banda activos en la actualidad (23 de abril, 2004) de ellos 417 son estadounidenses (y una española).
El londinense Philip Sparke es el compositor europeo más interpretado por las bandas participantes. Siete de sus obras figuran en el repertorio del Certamen pero, en total, se han interpretado en 17 ocasiones. “Dance Movements” parece ser la más popular, porque la han elegido como obra libre ocho bandas diferentes. El más joven de los compositores holandeses presentes en el Certamen es Hardy Mertens (Nieuwenhagen, 1960-) que, como Jacob de Haan (Heerenveen, 1959-), dispone de un catálogo muy extenso de obras para banda, aunque ambos aportan solo tres obras al Certamen.
Austriacos, suizos, alemanes.
Como en el caso de los estadounidenses, conviene dejar de lado a Mahler, von Suppe y Ziehrer y prestar atención a Thomas Doss (Linz, 1966-) y a Otto Schwarz (Neuenkirchen, 1967-). Este último es el autor de Around the World in 80 days (2008) y Nostradamus (2002) dos obras muy, muy popularizadas a partir de sus respectivos estrenos. Las obras de Thomas Doss (Sidus, Aurora, Segunda Sinfonía “en verde”) son de mucha mayor exigencia y fueron presentadas en las categorías superiores del Certamen.
Es una gran pena y una muestra de gran ignorancia que el único compositor alemán contemporáneo que se ha interpretado en el Certamen sea Rolf Rudin (Frankfurt am Main, 1961-) con la asequible “Der Traum des Oenghus” (1996). ¡ Rudin ha compuesto más de 50 obras para banda ! Los demás autores alemanes son compositores nacidos en el siglo XIX. Y, sin embargo, el Wind Repertory Project incluye 126 compositores alemanes para banda.
Sorprendentemente, he identificado más compositores suizos que compositores alemanes actuales: Mario Bürki (1977-) Franco Cesarini (Bellinzona, 1961-) y especialmente Olivier Waespi (Zurich, 1971-) que ha aportado hasta cuatro de sus obras al repertorio del Certamen.
Oportunamente, el blog de Alexandra Link publicita en sus estradas más recientes 12 obras para banda publicadas por Rundel, un editor musical de Rot an der Rot (Todos quietos !: aquí “rot” significa rojo).
A estas alturas hasta yo ando algo aburrido con tantos nombres, fechas y títulos. Aburrido y algo decepcionado. Más que abundar en los datos, quizá convenga reflexionar sobre su significado.
Lo normal, lo deseable y una petición en apoyo de los compositores y sus obras.
En el periodo que manejo, las obras más interpretada en en Certamen de Bandas de Valencia son el pasodoble Las Arenas, compuesto en 2011 por Manuel Morales Martínez (Chiva, 1977-) y Tierra Mítica, un poema compuesto en 1999 por Bernardo Adam Ferrero (Algemesí, 1942-2022). Pues bien, esta última obra ofrece el mejor ejemplo de “boca a oreja”: fue seleccionada como obra obligada en la edición de 2000 para las bandas mayores y la han venido interpretando 9 bandas de inferior categoría desde 2004. Y la obra ha seguido divulgándose en otros certámenes y otros conciertos.
Uno de los objetivos de cualquier certamen musical es precisamente la divulgación de las obras que presenta, así que la incorporación al repertorio de una banda de obras que otra ha estrenado es algo normal.
Pero la imitación supone una limitación. Por ejemplo, desde el año 2000, las bandas mayores han interpretado en el Certamen de Valencia 63 obras libres y 23 obras obligadas de especial dificultad. Wind Repertory Project recoge hasta la fecha 1428 obras de esa misma dificultad (grado VI). Parece claro que una gran cantidad de propuestas musicales no llegan al público a través del Certamen o de las bandas que lo siguen. Y si esas propuestas son actuales, menos aún.
Sería deseable que las bandas y sus directores contaran, por una parte, con fuentes informadas para la selección de las obras y, por otra parte, con el apoyo de cuantas asociaciones u organismos se implican en el apoyo a la práctica de la música no profesional. Todos saldríamos ganando.
Los holandeses tienen su Repertoire Informatie Centrum con sus listas de obras para banda (que, por cierto, también empiezan por Aagaard-Nilsen, Torstein). Desde Estados Unidos, la World Association for Symphonic Bands and Ensembles también dispone de listas de obras y también gradúa su dificultad (es tut mir leid… sólo 14 obras españolas de casi 600). La edición alemana de Wikipedia incluye una inmensa tabla de compositores de música para banda (que sólo incluye 18 españoles) aunque no menciona ni enlaza directamente las obras. Entretanto…
La Confederación Española de Sociedades Musicales ofrece un instructivo manual sobre el proceso de recocido de los metales de los instrumentos… pero ninguna lista de obras. Tampoco al miembro mayoritario de esa federación, la de la Comunidad Valenciana se le ha ocurrido recopilar obras a partir de los catálogos de los propios compositores (recordad: el de Ferrer es centenario) o de las principales editoriales.
Francamente, en los tiempos de Harmonía Musical y el Boletín de las Bandas de Música los directores e intérpretes lo tenían algo mejor.
La elaboración de listas que propongan obras para el repertorio de las bandas es sencilla y muy barata. Imagino que habría de resultar impagable para directores e intérpretes y resultaría un gran apoyo para los compositores actuales (españoles, valencianos, los demás) de música para banda. Un paso más allá se sitúa la iniciativa de enlazar las obras de la lista con las partituras de estudio y las grabaciones disponibles de esas mismas obras, de forma que la elección de una u otra pudiera ajustarse al criterio estético del director musical y a las posibilidades de la banda que dirige.
Abrir un cauce de comunicación entre los compositores y las audiencias actuales a través de esas iniciativas ¿ Es mucho pedir ?
¡ Qué bueno era James Horner !
Hace ocho años dediqué una entrada de este blog a James Horner. El abandonó este mundo, pero su música permanece y llena muchas salas de concierto. El pasado marzo, la WDR Funkhausorchestra (la orquesta de la Radio del Oeste de Alemania) interpretó la música que acompaña a los títulos de Aliens, esa secuela dirigida por James Cameron en 1986 de la inquietante historia de ciencia-ficción y horror. Esas cuerdas con sordinas que recuerdan a Herrmann y esa tuba que es más que Revueltas y más que Williams hablan de Música con mayúsculas, sin que importen estilos, modos o géneros. Por mi parte, pronto ofreceré una nueva entrada, acaso la última de la serie dedicada al Certamen Internacional de Bandas de Música de Valencia. Así empieza el regreso de Alien:
Viel Spaß !