Hace mucho que interpreté por primera vez la suite sinfónica de Leopoldo Magenti “Estampas Mediterráneas (Estampes Mediterrànies)” y aún no he conseguido resolver un par de misterios o de interrogantes a propósito de esta obrita, aunque aporto aquí un modesto remedio a uno de ellos.
De pianista prometedor y futuro solista, Magenti se quedó en director, profesor, crítico y compositor tardío de una obra necesariamente corta. La entrada de la edición en español de Wikipedia no le hace justicia— ni siquiera relaciona la obra a la que me estoy refiriendo. Un viejo artículo de Begoña Jorques me ha puesto en la pista de las dos tesis doctorales que tratan su figura como compositor y como crítico. Manuel Olmos Gil le dedica su estudio Leopoldo Magenti Chelvi (1894-1969). Retrospectiva musical d’un home polifacètic y en 2008, Rafael Polanco Olmos trató su actividad crítica en La crítica musical en la prensa diaria valenciana: 1912-1923.
Apostilla breve: uno de estos días, alguien tendrá que dedicarle un pasodoble a Román de la Calle, director de muchas y buenas tesis sobre historia y estética de la música. Fin de la apostilla.
Tendré que leerlas para mejorar, si es posible, esa entrada y, de paso, tratar e resolver los interrogantes sobre la obra. El primero de ellos se refiere a su ejecución: aunque la suite tiene cuatro partes, casi siempre se interpretan las dos primeras y la última. Sólo conozco una interpretación que escape a esta regla— la de la Unión Musical de Liria de Julio de 2011— y es la excepción que la confirma. Ese segundo tiempo se titula “Idilio en el peñón de Ifach” y, francamente, no me parece que suene tan horrible. El caso es que la obra, que completa alcanza casi los 15 minutos, se suele quedar el 10.
El otro pequeño misterio me atañe. Según escribe Sixto Ferrero en su artículo biográfico, Magenti compuso la suite para piano solo en 1951, la orquestó al año siguiente y en 1956 apareció la versión para banda. Según la la edición de 2003 de Piles y el Instituto Valenciano de la Música, está orquestada para las maderas habituales (sin oboes, curioso, pero con contrafagot) metales algo hipertrofiados (cuatro trombones son muchos trombones) una percusión mínima y el habitual quinteto de cuerda. Hasta ahí vale pero ¿ De dónde demonios sale en la versión para banda sinfónica una parte en Si bemol para la tuba ?. La edición de 1988 de la Diputación de Valencia contiene sólo la parte en esa tonalidad– que ya no es habitual en España– así que todas las bandas añaden una transposición manuscrita que cuesta desentrañar. Esto es raro: en la transcripción para banda sinfónica de una partitura orquestal, la parte de tuba se suele extraer de la destinada an los contrabajos, que se afinan en Do. ¿ Entonces ?
En fin, aquí está mi pequeño remedio, mi grano de arena: una partitura de Estampes Mediterránies para Tuba en Do que no es que sea perfecta (aún no domino tanto MuseScore) pero, vaya, se puede leer. Y, claro ¡ Sólo comprende los tres tiempos que habitualmente se interpretan !
Como siempre, que aproveche a quien corresponda.